Georgina Hübner, cuando Juan Ramón Jiménez se enamoró de un fantasma.

Seguro que si hablo de la obra "Platero y yo" nadie queda indiferente. La hayas leído o no, sabes perfectamente que su autor fue Juan Ramón Jiménez, famoso poeta español (1881-1958).


No es extraño imaginar que en esa época, las formas ligar y conquistar a una mujer fueran distintas a las de ahora, claro está, así que en esta entrada recojo un gracioso desencuentro amoroso que sufrió el famoso Premio Nobel de Literatura. Aunque apuesto que a él no le hizo ninguna gracia.
Cuando Juan Ramón contaba con veinte años, su poesía ya era conocida en Latinoamérica. Aunque todavía no había escrito su obra magna, ya apuntaba maneras de lo que sin lugar a dudas llegaría a ser.

En esa época, como buen creativo, sufría una crisis literaria, mal que él achacó a la ausencia de musas. Es bien conocido que los poetas y demás hombres de letras necesitan de una figura (generalmente femenina), que les arranque de dentro su mejores frases y les regale inspiración con el simple hecho de pensarla. O eso mismo quiso creer el joven Juan Ramón.

El joven Juan Ramón
Lo cierto es que pronto comenzó a recibir cartas por barco desde Lima, en Perú. Una tal Georgina Hübner le escribía desde el otro lado del charco, admirándole y lamentándose de que sus libros eran muy difíciles de conseguir en su país.
Como cualquier veinteañero fantasioso, Juan Ramón empezó a responder a estas misivas con su noble prosa, además de enviar a Georgina sus obras firmadas y dedicadas de su puño y letra.
Conforme el tiempo pasaba, las cartas se iban tornando más personales, hasta el punto de que Juan Ramón Jiménez escribió un ultimátum a la señorita Hübner:


"¿Para qué esperar más? Tomaré el primer barco, el más rápido, que me lleve pronto a su lado. No me escriba más. Me lo dirá usted personalmente, sentados los dos frente al mar o entre el aroma de su jardín con pájaros y lunas...".
Cuando ese precioso mensaje llegó a ojos de quien tenía que llegar, llegaron las peores noticias que Juan Ramón podía recibir. El cónsul de Perú en Madrid telegrafió al poeta:
"Comunique al poeta Juan Ramón Jiménez que Georgina Hübner ha muerto".
Creo que simplemente leyendo la historia se eriza el vello. Y más aún con el poema que le dedicó a su musa muerta tras la noticia: Carta a Georgina Hübner en el cielo de Lima.
Pero si quedara aquí la cosa, no sería digna de escribirla en una entrada, ¿no? ¿Cuál es la "gracia" de todo este tema?

"Georgina"

Que Georgina efectivamente estaba muerta, pero porque nunca había existido. Georgina Hübner no era más que un invento de dos muchahos peruanos que, indignados por la dificultad de conseguir las obras del poeta onubense, pensaron que quizás las cartas de una fina dama despertarían sus ansias más románticas. Y así, conseguir sus preciosos versos.
Hay que añadir que uno de estos jóvenes era José Gálvez Barrenchea, que posteriorente fue presidente de Perú. Además, fue él mismo quien, preguntado por este capítulo de su vida, respondió los por qués de este maquiavélico plan, que acabó con la inesperada muerte de Georgina porque la broma "se había ido de las manos".

No se sabe si Juan Ramón Jiménez llegó a saber la verdad, pero lo que es cierto es que Georgina Hübner, fuera mujer o fueran dos hombres, llegó a ser la musa de uno de los mejores poetas de la época.

¿Sabíais esta historia? ¡Espero que la hayáis sufrido como el poeta!

Un saludo, EduPE.

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